Quizá llevas un tiempo sintiéndote mal, sin saber exactamente por qué. O tal vez has empezado a preguntarte si esto que te pasa —esta tristeza persistente, este cansancio, este desbordamiento— podría aliviarse con ayuda profesional. No eres la única persona que se lo plantea. Muchas veces nos preguntamos si lo que sentimos es «suficiente» como para acudir a un/a psicólogo/a, o si se puede trabajar sobre ello. Este artículo está pensado para acompañarte en esa duda. ¿Cuándo acudir al psicólogo/a? ¿Cuáles son las señales? Queremos ayudarte a identificar si ha llegado tu momento, sin dramatizar ni minimizar lo que estás viviendo.
Determinados acontecimientos de la vida pueden impactar profundamente en nuestra salud emocional, pero en ocasiones es nuestro modo de afrontar ciertas situaciones lo que nos generar el sufrimiento. Estados emocionales como la apatía, la irritabilidad o el miedo y la ansiedad son modificables cambiando el modo en que vemos y enfrentamos el mundo.
¿Por que iniciamos una psicoterapia?
Por favor, dejémonos de clichés. No es necesario presentar un trastorno psicológico para asistir a terapia. Muchas personas consultan por malestar emocional, dificultades cotidianas o el deseo de crecimiento, sin que se pueda o deba etiquetar clínicamente su experiencia.
Me gusta comparar la consulta de psicología con una consulta de mis compañeros fisioterapeutas. ¿Necesito ir al fisio para esto? Pues eso depende de si quieres seguir viviendo con ese dolor y ese malestar y si estás dispuesto asumir el riesgo de que al final se provoque una lesión mayor.
Existen diferentes tipos de terapia precisamente para adaptarnos mejor a ti: a lo que te pasa ahora y lo que te ha pasado, a lo que necesitas, a lo que prefieres,
Salud mental, salud emocional y crecimiento personal
Vamos a empezar por poner orden en algunos conceptos importantes. La salud mental y salud emocional son dos dimensiones que se entrelazan, pero no deben confundirse.
Salud mental
La salud mental es un concepto más amplio y técnico, que incluye el funcionamiento global de la mente: pensamientos, estados de ánimo, percepción, conducta, memoria, atención, lenguaje, juicio, etc. Desde una perspectiva clínica, la salud mental implica la ausencia de trastornos mentales diagnosticables, pero también la capacidad de la persona para adaptarse a su entorno, tomar decisiones, relacionarse y ejercer cierta autonomía en su vida. Obviamente, si tienes un problema de salud mental es muy importante que trabajes con un profesional de la psicología.
Salud emocional
En cambio, la salud emocional está más ligada a la vivencia afectiva: cómo sentimos, cómo nos relacionamos con nuestras emociones, cómo las expresamos o las regulamos. Está menos codificada clínicamente, pero resulta fundamental para el bienestar de la persona.
Una persona puede no tener un diagnóstico de salud mental (puede trabajar, estudiar, relacionarse) pero estar emocionalmente desbordada, bloqueada, anestesiada o desconectada. Hay quien funciona bien “por fuera” (trabaja, cuida, produce), pero vive una fragilidad emocional silenciosa, sin encontrar espacio para atenderla. En este caso seria muy deseable que tuviera la oportunidad de vivir un acompañamiento terapéutico, experimentar que ella no “es” ese bloqueo, esa desconexión o desbordamiento, comprender qué está detrás de ello y poder trascenderlo.
El peligro está en patologizar todo malestar emocional —como si cualquier tristeza o ansiedad requiriera una etiqueta clínica o, en el extremo opuesto, en minimizar el sufrimiento porque “no es tan grave”.
Crecimiento personal
¿Y el desarrollo personal? ¿No es también salud emocional? Claro que sí. El desarrollo personal, el crecimiento interno, es una forma de cuidar la salud emocional, aunque a veces no parta de un problema evidente. Hay personas que acuden a psicoterapia con el deseo de: conocerse mejor. Vivir con más autenticidad. Liberarse de mandatos, miedos o formas rígidas de estar en el mundo. Mejorar sus vínculos afectivos. Cultivar una vida emocional más rica y profunda. No hay un “síntoma” que empuje a pedir ayuda, pero sí una intuición de que hay más por desplegar.
A veces, el desarrollo personal revela heridas no vistas; otras veces, permite prevenir que un malestar se cronifique. ¿Dónde está el límite? El límite entre acudir por malestar emocional o por deseo de crecimiento no siempre está claro, y no hace falta que lo esté. Desde una mirada integradora, podríamos decir: Todo malestar emocional contiene en sí mismo una posibilidad de crecimiento. Y todo camino de crecimiento toca, inevitablemente, nuestras heridas.
Señales de que podrías beneficiarte de un acompañamiento psicológico
1. Sufrimiento. Es, sin duda, la entrada más común a consulta. La persona acude porque siente que no puede más. Algo duele, pesa, desborda o paraliza. Sensación de “haber tocado fondo” o de no reconocerse. Es un punto de partida urgente, donde la motivación no siempre es clara, pero hay un deseo de alivio.
2. Confusión. La persona no sabe muy bien qué le pasa, pero percibe que algo no encaja. Hay insatisfacción, una sensación de no estar en el lugar correcto, o una dificultad difusa para tomar decisiones, vincularse, encontrar sentido. Es un punto de partida más existencial. No hay crisis aguda, pero sí una búsqueda.
3. Se repite algo que duele. A veces las personas llegan porque han detectado un patrón que se repite: en pareja, en lo laboral, en la familia. Saben que hay algo que se reproduce, pero no saben cómo cambiarlo. Es el inicio de una mirada más profunda hacia la historia personal, hacia cómo se han configurado ciertas formas de estar en el mundo.
4. Deseo de crecer. A veces se llega sin crisis, sin sufrimiento manifiesto. Solo con una intuición: “quiero conocerme más”, “quiero vivir con más verdad”. Hay personas que intuyen que podrían vivir de forma más libre, más plena, más conectad, y buscan acompañamiento para ese camino. Es un punto de partida luminoso, pero no superficial: a menudo abre puertas a heridas dormidas o verdades profundas.
¿Qué tienen en común todos estos caminos? Que en el fondo, todos parten de una necesidad humana básica: sentirse mejor consigo misma/o, entender lo que pasa por dentro, encontrar otro modo de vivir. La psicoterapia no es solo para “cuando no puedes más”, ni solo para “crecer como persona”. Es un espacio para habitarse con más conciencia, más cuidado y más verdad.
¿Y con todo esto, qué hacemos en terapia?
Desde la perspectiva de la psicología ayudamos a las personas alcanzar o recuperar el goce de un estado de confianza, satisfacción personal y calma que les permita fluir ante las situaciones de la vida cotidiana elevando así su potencial de salud y bienestar.
En concreto, en el área de psicología del centro el árbol, en Granada, acompañamos con el objetivo de aumentar el autoconocimiento y ayudar a comprender mejor el proceso que se está atravesando; indaga sobre las causas y las consecuencias, arrojando luz sobre las verdaderas necesidades, descubriendo potenciales y definiendo en consecuencia objetivos claros y asequibles. Aprendemos cómo interpretar las sensaciones y los pensamientos de manera que permita encontrar otros modos de reaccionar. Aporta las herramientas para gestionar las emociones, las relaciones personales, las prioridades, de modo que se pueda redirigir la fuerza personal a la solución de los conflictos, a la superación de la dificultad y la consecución de objetivos.
Los terapeutas especializados en un enfoque psico-corporal respondemos a necesidades relacionadas con el bienestar psicológico y emocional, ofreciendo un abordaje integrador para problemas relacionados con dolor, fatiga, tensión y otros procesos psicosomáticos.
¿Cómo elegir psicólogo/a?
Psicólogo clínico y psicólogo sanitario: ¿hay diferencia?
Sí, aunque ambas figuras comparten formación en Psicología y competencias comunes, sus puntos fuertes son distintos.
🧪 Un/a psicólogo/a clínico/a trabaja habitualmente con trastornos mentales diagnosticables. Tiene una formación sólida en psicopatología y está especializado/a en la intervención en trastornos graves o complejos. Está preparado/a para abordar cuadros clínicos severos y situaciones de riesgo. Su enfoque suele estar más orientado a delimitar trastornos mentales según criterios clínicos objetivos.
🌿 Un/a psicólogo/a general sanitario/a acompaña a personas que no presentan un trastorno clínico grave, pero que atraviesan malestares reales y profundos: ansiedad, crisis vitales, estrés, duelo, problemas de autoestima, insatisfacción relacional…
Es una figura especialmente adecuada para atender a quienes no encajan fácilmente en una etiqueta diagnóstica, pero necesitan ser escuchadas, comprendidas y acompañadas con una mirada respetuosa.
👉Aporta una perspectiva no patologizante, centrada en la persona y en su contexto.
Trabaja con personas que desean conocerse mejor, mejorar sus vínculos, desarrollar habilidades emocionales, tomar decisiones importantes o emprender un proceso de crecimiento interior.
Suele apoyarse en enfoques integradores, humanistas, emocionales o psicoeducativos, dependiendo del perfil profesional.
👉 Facilita procesos de cambio, autoconocimiento y plenitud más allá del síntoma.
Es la figura habitual en centros privados como el árbol, donde se acompaña a personas que transitan por experiencias como el estrés laboral, dificultades familiares, rupturas, maternidad/paternidad, migración o cambios vitales importantes.
Tiene formación para entender el impacto del entorno, del cuerpo, del ciclo vital y de los eventos traumáticos leves o moderados.
👉 Aporta herramientas prácticas y recursos para afrontar mejor la vida diaria.
Además, el trabajo en consulta privada permite más flexibilidad en tiempos, enfoque y ritmo. Puede adaptar el proceso a las necesidades de cada persona, trabajando con más libertad técnica (sin tanta presión diagnóstica o institucional).
👉 Favorece una relación más íntima, centrada en la confianza y la co-construcción del proceso.
Diversos enfoques terapéuticos
Cada profesional puede estar formado en uno o varios enfoques terapéuticos. Esto influye en la manera en que se comprende el malestar y en cómo se estructura el proceso de ayuda. Algunas personas buscan terapia cognitivo-conductual, otras se sienten más afines a un enfoque humanista, corporal o integrador.
👉 Si quieres saber más sobre los diferentes tipos de terapia para la ansiedad, puedes leer nuestro artículo: ¿Qué tipo de terapia necesito si tengo ansiedad?.
Lo importante es que la persona se sienta cómoda, comprendida y bien acompañada.
Para cerrar…
Y si todavía dudas, recuerda: no necesitas tenerlo todo claro para empezar.
A veces basta con decidir que quieres probarlo. Y si te has decidido ya o necesitas más información para tomar una decisión en el árbol estamos para ayudarte en lo que necesites. Contáctanos y despejamos dudas.